La diversidad generacional es una realidad cada vez más presente en el mundo laboral. Según una encuesta de InfoJobs, el 71% de las empresas españolas tiene empleados de cuatro o más generaciones diferentes. Esto supone un desafío, pero también una oportunidad, para las organizaciones que quieren adaptarse a los cambios sociales y tecnológicos.
Entre las generaciones que conviven en el trabajo, destaca la Generación Z, formada por los jóvenes nacidos entre 1995 y 2000. Esta generación tiene unas características, valores y expectativas que la diferencian de las anteriores, y que pueden aportar mucho valor a las empresas que sepan aprovecharlas.
¿Qué define a la Generación Z?
La Generación Z es la primera que ha crecido en un entorno totalmente digitalizado. Esto les ha dotado de una gran competencia tecnológica, una capacidad de aprendizaje autónomo y una facilidad para adaptarse a los cambios. Además, son capaces de manejar múltiples fuentes de información y de comunicarse a través de diversos canales y formatos.
La Generación Z también se caracteriza por su resiliencia, su espíritu emprendedor y su compromiso social. Estos jóvenes han vivido momentos de crisis económica, política y sanitaria, lo que les ha hecho más conscientes de los problemas globales y más dispuestos a buscar soluciones. Así, la Generación Z valora la igualdad, la diversidad, la sostenibilidad y la ética como principios fundamentales.
En cuanto a sus expectativas laborales, la Generación Z busca un trabajo que tenga sentido, que les permita desarrollar sus habilidades y que les ofrezca oportunidades de crecimiento. Para ello, demandan transparencia, feedback y reconocimiento por parte de sus empleadores. Asimismo, la Generación Z aspira a una mayor flexibilidad y conciliación entre la vida personal y profesional, y a una mayor autonomía y participación en la toma de decisiones.
¿Cómo gestionar la diversidad generacional?
La diversidad generacional puede ser una fuente de innovación, creatividad y competitividad para las empresas, siempre que se gestione adecuadamente. Para ello, es necesario que las empresas y los líderes adopten una serie de medidas que favorezcan el entendimiento, la colaboración y el aprovechamiento de las fortalezas de cada generación. Algunas de estas medidas son:
– Fomentar el diálogo intergeneracional: Es importante que las empresas creen espacios de comunicación y de intercambio de ideas entre los empleados de distintas edades, para que puedan conocerse mejor, compartir experiencias y aprender unos de otros. Esto puede hacerse mediante reuniones, talleres, mentorías o proyectos conjuntos.
– Potenciar la colaboración intergeneracional: Es conveniente que las empresas promuevan el trabajo en equipo entre los empleados de diferentes generaciones, para que puedan complementar sus habilidades, resolver problemas y generar soluciones innovadoras. Esto puede lograrse mediante la asignación de roles, la definición de objetivos comunes y el uso de herramientas digitales.
– Reconocer las fortalezas intergeneracionales: Es fundamental que las empresas y los líderes valoren y reconozcan las aportaciones de cada generación, respetando sus diferencias y aprovechando sus potencialidades. Esto puede conseguirse mediante la personalización de las políticas de recursos humanos, la adaptación de los estilos de liderazgo y la creación de una cultura inclusiva y diversa.
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